Reivindicación de mi profesión

Esta entrada va a ser un poco panfletaria, así que vayan mis disculpas por adelantado, pero no puedo evitar escribirla. Se conoce que hoy tengo el día incendiario.

Hace unas semanas, hablando con unos alumnos, me preguntaban acerca de qué he estudiado y qué estaba estudiando. Hablando sobre el tema me lanzaron esta pregunta: ¿pero no querrás ser profesor de español toda la vida, no? Yo les pregunté que por qué y de lo que me dijeron saqué la siguiente conclusión: dar clases de español puede ser bonito e interesante, pero en realidad no es «ser profesor de verdad». Además, los alumnos normalmente viven en países lejanos y, una vez que se van, no los vuelves a ver.

La verdad es que, desde entonces, ando con la mosca detrás de la oreja pensando en si realmente seré o no un «profesor de verdad». Pero que nadie se preocupe: tampoco le he dado tantas vueltas, ni me ha causado una crisis existencial. Para nada. No ha hecho más que reafirmarme en mis creencias como profe y ser más consciente aún acerca de dónde están los puntos débiles de mi trabajo.

Puedo decir sin pensarlo que me gusta mi profesión. No solo eso: ¡me encanta mi profesión! Me gusta la materia, el tipo de clases, los alumnos, la mezcolanza de nacionalidades y culturas que suelo tener en mis clases… También me encantan los compañeros que tengo, tanto mis compis de departamento como mis compañeros virtuales, aquellos a quienes leo en sus blogs o sigo en Twitter, Facebook o Google+. Me apasiona «perder» el tiempo danzando de blog de profesor en blog de profesor, leyendo diferentes experiencias de aula, discutiendo sobre cuestiones didácticas… Y aún hoy me sigue maravillando llegar a un congreso o a un encuentro de profes e irme a tomar una cervecita (en el poscongreso/posencuentro) con gente a la que «solo» conozco de internet. O pasarme un sábado danzando por Bilbao con profes twitteros, como recientemente hicimos en la #kddbilbao.

Esta exposición de mis pasiones no quiere decir que no me llamen otras enseñanzas u otras variantes de mi profesión. Pues sí, me llaman. Me gustaría poder investigar sobre didáctica y que lo reconocieran como parte de mi trabajo. Me gustaría dedicar más tiempo a formación de profesores y que se reconociera debidamente. Me gustaría trabajar con adolescentes y poder seguir su proceso de aprendizaje. Me gustaríaMe gustarían muchas cosas, pero eso no quiere decir que mi trabajo como profesor de E/LE no sea el de un profesor «de verdad». Soy un profesional de la enseñanza como cualquier otro, en un contexto de aprendizaje muy concreto, con ventajas, desventajas y exigencias acordes a ese contexto. Y el que mis alumnos, al terminar sus cursos, normalmente vuelvan a sus países de origen no quiere decir que los pierda de vista. Muchos de ellos son mis amigos en Facebook y quienes vuelven de visita por Bilbao suelen llamarte para tomar algo. Incluso algunos terminan siendo ellos también profes de español y te escriben para pedirte consejo. Y entonces sí que te das cuenta de que eres un profe «de verdad».

La verdad es que, visto lo visto, lo único que me agota hasta el extremo de mi profesión son los malos rollos, las injusticias manifiestas, las situaciones de precariedad laboral que la rodean. El tener que estar todo el día en actitud de pelea. El tener que reivindicar constantemente la dignidad de nuestra profesión. El tener que exigir que un profesor de L2 o LE no puede ser el último en la escala de los docentes. El tener que pelear porque los salarios no sean los más bajos de entre las categorías docentes. El tener que convencer a todo el que me lo discute que ser nativo no es la única condición necesaria, ni siquiera la más importante, para ser profesor de un idioma.

Eso sí que me aburre, me crispa y, en ocasiones, me hace estar hasta el gorro de mi profesión. Pero, en cuanto entro al aula, se me olvida y vuelvo a ser yo, ese profesor «de verdad» de E/LE, orgulloso de lo que hace.

Fuente de las fotografías:

Acerca de Guillermo Gómez Muñoz

Soy profesor de Lengua Castellana y Literatura, y de Latín en el colegio Claret Askartza de Leioa.
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8 respuestas a Reivindicación de mi profesión

  1. Iñaki Calvo dijo:

    Una entrada muy interesante, Guillermo. Es cierto que a veces la profesión de profesor de ELE no tiene la consideración que merece, pero estoy convencido de que la situación mejorará porque, en general, los profesores de ELE están cada vez más formados, son más competentes y, muy importante, están más conectados.

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    • @Iñaki: Ojalá tengas razón. Yo también soy optimista, pero la realidad me contradice constantemente. De todos modos, probablemente parte del cambio que pueda darse en nuestra profesión venga del hecho de que cada vez estamos más conectados. Eso nos hace más fuertes y más conscientes de la importancia de nuestra profesión.
      @Alix: El tema del «estándar» y la diversidad del español es otro tema que tiene tela… Entran en juego toda una serie de prejuicios lingüísticos de los propios hispanohablantes, que luego exportamos al extranjero. ¡Ánimo con tu batalla!
      @Minerva: El mito del nativo nos persigue allá adonde vamos. Estoy convencido de que la única forma que tenemos de desterrarlo es apostando por la formación especializada y la formación continua. Para que, cuando un listillo te venga diciendo que cualquier nativo sirve, nosotros podamos presentarle nuestras credenciales.
      @Conchi: ¡Gracias por tu comentario! Mañana mismito se lo paso a mis compis, que seguro que les hace ilusión. Este febrero repetimos el curso de formación 🙂 Lo del Máster… de momento queda lejos de nuestro alcance.
      @María: Coincido completamente contigo. Yo también disfruto muchísimo en mis clases. Aunque también es verdad que la realidad fuera del aula y todo lo que la rodea queman un poquito. O, por lo menos, de vez en cuando, cabrean. Aunque esta sensación de «hasta las narices» me temo que no es exclusiva de nuestro campo, sino algo bastante general en la educación.
      ¡Gracias a todos por vuestros comentarios!

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  2. Alix dijo:

    De acuerdo, plenamente. Y subrayo esto que dices:»El tener que convencer a todo el que me lo discute que ser nativo no es la única condición necesaria, ni siquiera la más importante, para ser profesor de un idioma.» Esto último es mi herida, de esas profundas que no se sanan, porque en la ciudad donde vivo no se toma en cuenta mi perfil profesional, lo que tenga uno como experiencia sino por lo el lugar de nacimiento. Yo hubiera nacido en España y no en Venezuela, «otro gallo cantaría». Estuviera entonces luchando «todo el día» por «reivindicar constantemente la dignidad», y «El tener que pelear porque los salarios no sean los más bajos de entre las categorías docentes». Ya ves tú luchas desde otro escalón, el mío comienza en el sótano del escalfón. Y con todo: estoy orgullosa de lo poco que hago, lo hago con ganas de verdad. Saludos desde Italia

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  3. Minerva dijo:

    (texto sin acentos)
    Gracias por escribir sobre este tema, comparto todo lo que dices. Donde he vivido en el extranjero siempre hay los espanoles que hacen de profesores porque no encuentran otra cosa. Pero inconscientemente todos saben que no es lo mismo tener formacion o no. Poco a poco iremos dignificando nuestra profesion e ira desapareciendo el mito del nativo! Minerva

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  4. Brime41 dijo:

    Hola Guillermo: Me ha gustado mucho tu reflexión y siendo alumna vuestra en el curso de ELE me pude dar cuenta perfectamente de cómo vuestros colegas de la UNI os consideran profes de segunda. ¡Qué ignorancia la suya! Habéis demostrado que amáis vuestra profesión y que hasta tal punto la vivís que pensáis en todo momento en clave de profesor de ELE. Vuestra competencia está más que demostrada y me parece totalmente injusto que el Master de Español de Deusto no lo impartáis vosotros porque los del departamento de filología hispánica conocerán, no lo dudo, nuestra lengua, pero no tienen ninguna experiencia de aula. Un saludo Conchi

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  5. Hay algo que me fascina: cuando algún amigo o conocido me escribe pidiéndome consejo porque está pensando en «dar unas clasecitas a unos amigos polacos/alemanes/loquesea que quieren aprender español». Mi consejito comienza con esta frase: «Esto no es un juego ni es para todos. No basta con ser nativo y tener un libro. Es muchísimo más». Me exaspera que se lo tomen tan a la ligera. Hacerlo bien es dedicarse a ello cada día, paso a paso, toda una vida.
    También me alegra saber que, a diferencia de muchos (no todos) amigos ingenieros, abogados, administrativos, etc. soy de las pocas que disfruta cada una de sus horas de trabajo, a pesar de que muchas veces superan las 40 semanales. Pero son horas en las que voy coleccionando una pila de vivencias y recuerdos que me hacen feliz. Que no miro el reloj desesperada porque se hagan las 5 y pueda, como dicen muchos «irme a casa a vivir mi vida». Porque vivo mi vida a plenitud, la paso chévere cuando soy profe.
    Saludos,

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  6. Nos gusta ser profes de ELE, por @cometa23 http://t.co/1xHHVGoJ Aunque a veces quieras dejarlo todo…

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  7. @Eso: es algo general de la educación y del mundo. No escucho más que quejas de todo y de todos cada día. Yo, que me disfruto tanto la vida, intento contagiarlo. Pero a mí me asusta un poco cómo la gente tuerce la cara cuando se menciona la palabra «trabajo». Digo, si pasamos 1/3 de nuestras vidas en eso, más vale que lo disfrutemos 🙂
    Sobre lo que dice @Iñaki, es da como fuercita, pensar que se está cada vez más conectado. Si uno se rodea más de esto y menos de aquello, además de ayudarnos a continuar haciéndolo lo mejor que se pueda, tal vez nos ayudemos a cambiar las cosas, ¿no?

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