Veinte años después

Se miraron. Ya no quedaba nada de la chispa que los unió veinte años antes. Estaban más viejos y más cansados.

Sonrieron. No tenían nada que decirse. Tampoco lo necesitaban. El silencio lo llenaban con palabras robadas al televisor.

No tenían nada que contarse, pero no dejaron de mirarse y sonreír.

Acerca de Guillermo Gómez Muñoz

Soy profesor de Lengua Castellana y Literatura, y de Latín en el colegio Claret Askartza de Leioa.
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