Tengo que confesar que me ha costado más de medio libro engancharme a esta novela. Incluso he estado a punto de dejarla. Pero, animado por la fama que la rodea y por el misterio que encierra su título, continué leyendo. Y pasada la mitad del libro, tengo que reconocer que me he enganchado y no he podido dejarla hasta el final. No diría que es un libro imprescindible, pero sí una buena novela con algunos momentos irrepetibles, sobre todo la relación del protagonista con su hermana pequeña. Y precisamente de uno de esos momentos está extraída la siguiente cita. Aviso para navegantes, en la cita se descubre de dónde viene el enigmático título de la novela, así que si no la habéis leído, mejor leedla primero. Si no, vais a perder parte de su encanto.
El protagonista y su hermana pequeña hablan en el dormitorio de esta última. Ella le pregunta qué quiere ser de mayor. Y aquí va su respuesta:
– ¿Te acuerdas de esa canción que dice, «Si un cuerpo coge a otro cuerpo, cuando van entre el centeno…»? Me gustaría…
– Es «Si un cuerpo encuentra a otro cuerpo, cuando van entre el centeno» -dijo Phoebe-. Y es un poema. Un poema de Robert Burns.
– Ya sé que es un poema de Robert Burns.
Tenía razón. Es «Si un cuerpo encuentra a otro cuerpo, cuando van entre el centeno», pero entonces no lo sabía.
– Creí que era, «Si un cuerpo coge a otro cuerpo» -le dije-, pero verás. Muchas veces me imagino que hay un montón de niños jugando en un campo de centeno. Miles de niños. Y están solos, quiero decir que no hay nadie mayor vigilándolos. Solo yo. Estoy al borde de un precipicio y mi trabajo consiste en evitar que los niños caigan a él. En cuanto empiezan a correr sin mirar adónde van, yo salgo de donde esté y los cojo. Eso es lo que me gustaría hacer todo el tiempo. Vigilarlos. Yo sería el guardián entre el centeno. Te parecerá una tontería, pero es lo único que de verdad me gustaría hacer. Sé que es una locura.