Y pasaron diez años

Parece mentira, pero sin darme cuenta han pasado diez años desde aquel 11 de septiembre de 2001.  Recuerdo perfectamente aquel día. Aquel septiembre empezaba 2º de bachillerato, pero todavía estaba en casa porque en mi colegio no habían empezado aún las clases. Recuerdo que estaba con mi madre terminando de comer cuando, de repente, sonó el teléfono. Era mi padre, desde el coche o desde la oficina. Poned la tele porque algún avión se ha debido de caer en Nueva York, nos dijo. Y allá fuimos nosotros, al salón. Encendimos la televisión y al poner las noticias, acababan de conectar con Nueva York para mostrar las primeras imágenes de lo que parecía un desgraciado accidente en pleno Manhattan. Y allí nos quedamos, embobados delante de la televisión, viendo unas imágenes que parecían más una película que la realidad.

A partir de ese momento, toda la tarde la pasamos allí, delante de la televisión sin poder creer lo que estaba ocurriendo, porque en el momento en que el segundo avión impactó contra las torres ya quedaba claro que aquello no era un mero accidente. Recuerdo que las imágenes del Telediario eran en realidad de la CNN (o de algún otro canal estadounidense) y que, según iban sucediendo los hechos y antes incluso de tener imágenes de lo que sucedió en el Pentágono o en Pennsylvania, los rótulos en inglés lo iban anunciando. También recuerdo como aquel día empecé a grabar las noticias y prácticamente grabé todo lo ocurrido desde las tres y pico hasta la noche. Y al día siguiente compré diversos periódicos, para conservarlos, porque sin duda aquello era un hecho histórico de una magnitud que, en aquel momento, era difícil de calcular.

Hoy, diez años después, las consecuencias han sido incluso peores de lo que se podía entonces imaginar. Anteposición de la seguridad por encima de la libertad y los derechos civiles, justificación sin tapujos de la tortura, Guantánamo, fortalecimiento de la extrema derecha, gastos militares multimillonarios, Irak, Afganistan, el asesinato selectivo en territorio soberano de un estado extranjero y demasiados etcéteras asquerosos y escandalosos. Diez años después, la pregunta que hoy se hace Noam Chomsky en Público es como un grito contra la locura colectiva en la que se ha sumergido EEUU y, en general, la sociedad occidental: «¿Era la guerra la única opción tras el 11-S?»

Hoy, diez años después, el mundo no es ni mucho menos un lugar más seguro, más bien todo lo contrario, y los conflictos abiertos tras ese 11 de septiembre están muy lejos de ser resueltos. Hoy, diez años después, me viene a la cabeza el final de un poema de Benedetti, escrito para otras guerras pasadas, pero que encaja a la perfección para las presentes:

en cambio
un hombre está listo
cuando ustedes
oh marine
oh boy
aparecen en el horizonte
para inyectarle democracia.

(Ser y estar, Mario Benedetti)

Nota: Hoy también es interesante la lectura de otro artículo del diario Público: «Un atentado que dio paso al orden mundial ‘neocon'»

Fuente de las fotografías:

Acerca de Guillermo Gómez Muñoz

Soy profesor de Lengua Castellana y Literatura, y de Latín en el colegio Claret Askartza de Leioa.
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