Hay ocasiones en las que leyendo un blog siento admiración por su autor. Otras, respeto. Pero debo confesar que, en ciertas ocasiones, lo que siento es una gran envidia. Envidia sana, por supuesto. O quizás no.
Este sentimiento es precisamente el que siento cuando leo los cuentos que Santi Pérez Isasi publica en su estupendo blog. Seguramente ya me habréis oído hablar de él por estos lares o por Twitter, porque suelo recomendar sus relatos, de vez en cuando.
Hoy me he despertado leyendo su cuarta Variación sobre Caperucita, un cuento que publicó hace ya casi un mes pero que aún no había leído. Más que recomendable. Si hay algo que admiro (y envidio) de los cuentos de Santi es su fina ironía. Una ironía mordaz, pero nunca hiriente. Una ironía inteligente que logra sacarme una sonrisa y que me recuerda mucho (muchísimo) a Benedetti.
Se me ocurren un montón de cuentos de Santi que os recomendaría leer pero ahora mismo me vienen dos a la cabeza que ha publicado recientemente. El primero: La oficina en invierno, un cuento que podría haberse hecho realidad en nuestra oficina este invierno disfrazado de primavera. El segundo: el último que ha publicado, El tigre. Un relato sobre un tigre mágico o simbólico o de carne y hueso o de letras. ¿Quién sabe?
Fuente de la fotografía: Libro abierto
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