Este blog ha pasado los últimos años en estado durmiente. Quizás por los ecos de las festividades fúnebres, hoy he decidido despertarlo para que camine de nuevo entre los mortales, torpe como un zombi desperezándose. No prometo continuidad, aunque se intentará.
Desde que creé el blog, allá por el pleistoceno digital, no solo ha cambiado el ecosistema de la red —con la irrupción de la IA— sino también mi historia personal. El blog lo inicié para reflexionar sobre mi actividad como profesor de Español para extranjeros (ELE). Sin embargo, desde hace ya siete años —¡qué rápido pasa el tiempo!— soy profesor de Lengua castellana y Literatura en secundaria. Durante todo este tiempo he estado tentado de reactivar el blog para compartir mis nuevas experiencias y algunos materiales que he ido diseñando. Solo me he animado en un par de ocasiones, para compartir el trabajo de mis estudiantes. Pero, a decir verdad, no lo he hecho en más ocasiones porque me sentía como un intruso en un ámbito nuevo para mí. No sé si ya habré llegado a impartir en secundaria las 10.000 horas que, según algunos, te convierten en experto en una materia. Lo que sí sé es que cada vez tengo más ganas de volver a abrir este blog para compartir experiencias, materiales y reflexiones sobre mi labor docente. Además, en estos tiempos de mensajes breves y vídeos cortos, faltos de pausa y argumentación, cada vez veo más sentido al formato blog: un espacio para el análisis pausado abierto al debate.

Sea como fuere, el proyecto que más me ilusiona, desde finales del curso pasado, es la puesta en marcha de la biblioteca escolar de mi centro. Así que he decidido escribir una serie de entradas sobre el mismo para compartir mis avances, mis dudas y mi experiencia.
Hablo exclusivamente desde mi experiencia personal. Las bibliotecas escolares que he conocido eran proyectos abandonados hace tiempo —yo diría que casi décadas—, sin una persona responsable a su cargo, con libros poco atractivos para el alumnado, sin financiación y con espacios poco adecuados para la lectura. Con la irrupción de las pantallas, los libros fueron relegados a un rincón. De aquellos barros, estos lodos: todos los indicadores de comprensión lectora caminan por el inframundo de las gráficas educativas. Y es entonces cuando nos echamos las manos a la cabeza y balbuceamos: «es que estos jóvenes no leen»… Pobres jóvenes, siempre cargamos sobre sus hombros los errores de las generaciones que los han precedido. Antes de acusarles, creo que es necesario balbucear el mismo comentario sobre los adultos: «es que estos adultos no leen»… Y aunque, tras la pandemia, la lectura haya recuperado algo de fuerza como hábito social, lo cierto es que con tanto reel, y tanto baile en TikTok y tanto maratón de series, los hábitos lectores se han reducido considerablemente en el conjunto de la sociedad.
A este cambio de hábitos, se suma el que, por lo general, las bibliotecas escolares han desaparecido o se han reducido a espacios muy poco atractivos para los adolescentes. Sin embargo, creo que invertir en estos espacios dentro de los centros escolares tiene hoy más sentido que nunca.
¿Por qué invertir en una biblioteca escolar?
Sirva la siguiente como lluvia de ideas, más que como una lista pensada en profundidad y con sosiego.
- La biblioteca escolar es un espacio desde el que se puede diseñar y liderar un plan lector eficaz y atractivo para los estudiantes.
- Los hábitos lectores inciden directamente en la competencia en escritura de nuestro alumnado. He aquí una prueba sin ningún valor científico (solo observacional). Me suele pasar, con mi alumnado nuevo, que alguno de ellos me sorprende por su capacidad para crear un texto bien hilado y original. En esos casos, siempre llega un momento en que descubro que a ese alumno/a le encanta leer (por puro placer).
- La biblioteca escolar es un espacio que necesita cierto alumnado que no quiere salir al patio y al que no le gusta, por ejemplo, el fútbol. Para ellos, la biblioteca es un refugio en el que pasar su media hora de descanso haciendo algo que les encanta: leer. Es un espacio seguro para el alumnado que no encaja en la horma tan corta de miras de la normalidad obligatoria.
- Es un espacio al que pueden acudir para estudiar o hacer trabajos en grupo.
- Es un espacio lúdico en el que se pueden ofrecer juegos de mesa para un ocio alternativo.
- Puede ser el corazón desde el que se dinamicen algunas de las actividades culturales del centro escolar.
¿Qué necesita una biblioteca escolar para ponerse en marcha?
Y para terminar, aquí las cuatro necesidades que, desde un proyecto naciente, detecto como básicas para poner en marcha una biblioteca escolar.
- Un espacio adecuado, ni muy pequeño ni muy grande. A poder ser con posibilidad de delimitar varias áreas en el mismo: un área de lectura tranquila, un área de estudio o trabajo en grupo, y un área para otras actividades (por ejemplo, los juegos de mesa). En mi proyecto ideal, estas áreas se podrían delimitar de alguna forma, por ejemplo, con algún sistema de mamparas de cristal (para reducir el ruido), o como mínimo con unos biombos o estanterías.
- Un fondo bibliográfico adecuado: con novelas actuales (en euskera, castellano e inglés), una buena colección de cómics, algo de poesía y teatro (siempre pica algún alumno) y una pequeña colección de clásicos. A todo ello, habría que añadir libros de consulta (relacionados con las asignaturas del currículum) y revistas.
- La colaboración con la biblioteca municipal del barrio para pedirles libros en préstamo y así poder complementar el fondo propio.
- Y, por supuesto, la piedra filosofal del proyecto: la financiación. Sin un presupuesto suficiente para renovar el fondo bibliográfico con libros actuales hay poco que hacer. Por cierto, si alguien que me lea sabe de ayudas o subvenciones (públicas o privadas) destinadas a bibliotecas escolares, por favor que lo diga. O no sé buscarlas, o no existen.
La próxima semana prometo una nueva entrada en la que comparta el plan que estamos diseñando para dinamizar la biblioteca escolar. Os agradezco cualquier comentario, propuesta, reflexión. Este es un proyecto en pleno desarrollo y abierto a cambios y rediseños.


