No hay nada mejor que el acercamiento de una ciclogénesis explosiva, para vivir una especie de catarsis colectiva. Desde hace un par de días, nos asaltan desde todos los frentes con noticias sobre la posibilidad de que sea una tormenta perfecta, con bastante capacidad destructiva. Hoy mismo, hace apenas una hora, el consejero de interior del Gobierno Vasco anunciaba que se manejaban las peores hipótesis.
Pero más allá de cómo vaya a ser finalmente la tormenta, es curioso ver la situación de calma antes de la tormenta que se vive a estas horas por las calles de Bilbao. Hay poca gente por las calles, tráfico fluido, policías municipales por las calles, contenedores atados con cuerdas unos a otros… Pero lo más interesante: se respira una especie de calma tensa. Un silencio nervioso se ha instalado en las personas con las que me cruzo por la calle. Todos parecemos estar a la espera de algo, que se anuncia terrible y esperamos que no sea para tanto. De momento, el viento empieza a sentirse en las persianas de mi casa.
Ya veremos en qué queda esa tormenta de nombre tan rimbombante. Esperemos que no sea nada.
Profesor en apuros: Calma antes de la tormenta http://bit.ly/9uqsTU
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