Aunque hasta la fecha sólo he leído un libro de Miguel Delibes, Cinco horas con Mario, siempre ha sido un autor que me ha atraído mucho, fundamentalmente por los detalles de su personalidad que a retazos iba captando a través de entrevistas o lecturas sobre su persona. Esta mañana, al conocer la noticia de su fallecimiento, no he podido sino sentir un poco de tristeza porque se nos va un gran escritor, pero sobre todo porque se nos va una persona humilde y sencilla pese a su fama. Un ejemplo.
Sirvan como humilde homenaje unas líneas extraídas del monólogo de Carmen ante el cadáver de su marido, Mario, otro hombre humilde como su creador:
En teniendo con qué alimentarnos y con qué cubrirnos, estemos con eso contentos. Los que quieren enriquecerse caen en tentaciones, en lazos y en muchas codicias locas y perniciosas que hunden a los hombres en la perdición y en la ruina, porque la raíz de todos los males es la avaricia, y por eso mismo me será muy difícil perdonarte, cariño, por mil años que viva, el que me quitases el capricho de un coche. Comprendo que a poco de casarnos eso era un lujo, pero hoy un Seiscientos lo tiene todo el mundo, Mario, hasta las porteras si me apuras, que a la vista está. Nunca lo entenderás, pero a una mujer, no sé cómo decirte, le humilla que todas sus amigas vayan en coche y ella a patita, que, te digo mi verdad, pero cada vez que Esther o Valentina o el mismo Crescente, el ultramarinero, me hablaban de su excursión del domingo me enfermaba, palabra.
Profesor en apuros: Réquiem por Delibes http://bit.ly/9BOoRd
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