La verdad es que cuando me he levantado todo apuntaba a que hoy podía ser un primer día de curso horroroso: había pasado toda la noche con dolor de garganta sin poder dormir y cuando me he levantado estaba muy cansado. Solo pensar en que por delante tenía la perspectiva de 6 horas de curso con alumnos de nivel A1… buff, agotador. Pero todo ha sido entrar a clase y… agotador, pero más que emocionante. Yo lo describiría como adictivo.
¿Cómo es mi clase?
En estos momentos -y digo en estos momentos porque se podría ampliar con algún paracaidista en los próximos días- tengo siete alumnos, un número ideal. Y lo mejor de todo: tengo un popurrí de nacionalidades de lo más interesante. Dos omaníes, un yemení, una iraní, una turca, un moldavo y un ruso. Estas clases diversas son las mejores, en las que más aprendo. Lo primero de todo aprendo a situar sus países en el mapa, que no es poco. Y de seguido, aprendo algo sobre sus países, sus culturas, sus costumbres. Y de paso, al verme reflejado en ellos, siempre me enseñan algo sobre mí mismo, sobre mi propia cultura, sobre mi identidad y mis pertenencias. En resumen, una experiencia inigualable.
Hoy, primer día
Como contaba ayer, los primeros días siempre me ponen nervioso. Aunque como comentaba Manuel, ese nerviosismo es el que nos hace estar alerta para dar lo mejor en nuestras clases. Y eso exactamente es lo que me ha pasado a mí hoy. La verdad es que tenía poquitas ganas de entrar hoy al aula. Me dolía la garganta y no tenía el cuerpo para muchas fiestas. Pero el aula y los alumnos tienen algo. Yo estoy convencido de que es algún tipo de sustancia adictiva. No la tienen todos los grupos. ¡Qué le vamos a hacer! Hay grupos con los que uno conecta y otros con los que no. Pero el grupo de hoy ha conseguido que subieran mis niveles de adrenalina. Y las seis horitas de clase se han pasado volando. Como que eran las 3 de la tarde y, cuando les estaba repartiendo unas actividades para que hicieran en casa, una alumna me ha comentado: «¿y no podemos seguir?» Todo hay que decirlo: en ese momento estábamos jugando a las cartas para practicar los números. Y se lo estaban pasando bomba. Además, esta alumna en concreto debía de estar picada porque llevaba ganando en todos los juegos que hemos hecho a lo largo de la clase y justo en este último juego de cartas no ha hecho más que perder 🙂
¿Qué ha funcionado bien hoy?
Pues a decir verdad, todo. Han sido seis horas de clase, pero no nos hemos aburrido, ni ellos ni yo. Además, es muy curioso dar grupos de nivel cero, porque puedes ver hora a hora cómo aprenden español. Cuando hemos entrado al aula, la mayoría sabía unas poquitas palabras, cuando hemos salido, ya estaban haciendo frases sencillas para presentarse y preguntando cada minuto cómo se decía esto y cómo se decía lo otro.
Aunque probablemente lo mejor ha sido ir combinando juegos con actividades y explicaciones. Y es que hoy hemos jugado bastante. Primero, con Nico, que como siempre ocurre se ha convertido en el protagonista indiscutible. Después, al bingo con el alfabeto. Más tarde, a adivina en qué personaje famoso he pensado. Y para terminar, al as, dos, tres con las cartas (con alguna variante que explicaré otro día) para practicar un poco los números. Y, sobre todo, para divertirnos un rato.
¿Y para mañana?
Para mañana toca un repaso de lo que hemos hecho hoy, nada más llegar, y el juego de poner una pegatina con el nombre de un personaje en la frente de un compañero para que él haga preguntas de sí/no hasta descubrir quién es. Y luego, seguir introduciendo poquito a poco cosas nuevas.
Fuente de la fotografía:
- Class out de dcJohn
- Bingo cards de sarae