Hace mucho, probablemente demasiado, desde mi última publicación en mi blog. Exactamente desde el 16 de enero de 2017. Más de tres años. Parece mentira. Desde entonces, mi vida ha sufrido ciertos cambios. En lo profesional, ya no soy profesor de ELE. Mientras me dedicaba a cuidar de mi hija pequeña, decidí que necesitaba darle un giro a mi vida profesional y di el salto a la Educación Secundaria. No llevo mucho. El curso pasado trabajé poco más de un mes. Este curso, desde septiembre. En este tiempo, solo puedo decir que ha sido un acierto el cambio: estoy encantado con mi nuevo trabajo. Caigo en la cama rendido, muchas preocupaciones me acompañan mientras doy vueltas en la cama sin dormir y tengo montañas de trabajo para planificar y revisar. Pero no cambio una de mis clases de lengua o de latín por nada del mundo. Y mucho menos a los chicos y chicas de mi tutoría.

En medio de esta vorágine de mi nueva vida, de repente un bichito microscópico ha decido hacer saltar por los aires todas nuestras rutinas. En casa llevamos recluidos desde hace 10 días. Tratando de transmitir calma a nuestras pequeñas y mantenerlas entretenidas. Y, los dos profesores, intentando continuar con el proceso educativo a distancia con nuestros estudiantes.
Sin duda, está siendo un reto. Un reto, a veces, agotador y extenuante. Nuestras jornadas se alargan a veces desde primera hora de la mañana hasta finales de la tarde y los fines de semana sirven solo para descansar a medias. Siempre hay clases que preparar. Pero esto no es una queja. Es lo que toca. Nuestra aportación a la sociedad, en estos tiempos raros, es precisamente seguir al pie del cañón, dándolo todo por nuestros alumnos y transmitirles la calma que, a veces como adultos, nos falta a nosotros mismos. Y ayudarles a construir una nueva rutina.
Para esto último, escribo hoy de nuevo en mi blog. Tras la primera semana de educación recluida, mi sensación como tutor ha sido que los profes estábamos muy preocupados por las materias y los contenidos (mandando tarea sin límite), y quizás poco por lo que supone este tiempo de reclusión para nuestros alumnos. Por eso, me he propuesto todos los días enviarles actividades para su nueva rutina. De momento, esto es lo que hago:
- Una videollamada a las 8:30. Los tutores siempre estábamos a primera hora con ellos y yo les he propuesto mantener la misma rutina. De momento, funciona. La mayoría se conectan y luego se quedan un rato hablando.
- Un poema/relato al día. Soy el de lengua y latín, no lo puedo evitar. Les llevo a mi terreno, a ver si se enganchan a la lectura.
- Un reto creativo a la semana (opcional): les lanzo un inicio o un personaje y tienen que escribir un microrrelato.
- Un cortometraje de vez en cuando.
- Algún vídeo de Youtube para hacer gimnasia en casa.
- Conciertos online.
- Para este próximo fin de semana, quiero mandarles una miniagenda cultural, con actividades.
¿Se os ocurre alguna otra idea? Todas son bienvenidas y agradecidas.
Bienhallado de nuevo por este barrio blogosférico, Gui
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¡Muchas gracias, maestro blogosférico! A ver si logro sacar tiempo para continuar con ello. Parece mentira, pero me está costando.
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Un post estupendo, es maravilloso como afronta los momentos difíciles, es de admirar. Un saludo.
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Gracias por su comentario. Están siendo tiempos complejos, pero al mismo tiempo apasionantes desde lo educativo.
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