Llegó junio y con él los primeros rayos de sol, de esos que calientan de verdad e invitan a acercarse a la playa. Y con junio y el sol y la playa, llegó también un mes de cierta tranquilidad, en lo que a lo académico se refiere. Junio, tradicionalmente, ha sido nuestro mes tranquilo en el departamento, nuestro mes sin alumnos, un mes que dedicábamos a prepararnos para la marabunta que siempre llegaba en julio. Hoy por hoy, ese mes tranquilo ha desaparecido en el departamento, pero en mi caso es mi mes sin clases (al menos este año), dedicado más a mantener la web de mi centro y, recientemente, a montar el blog de CIDE que inauguraremos en breve.
Con todo y con eso, junio es siempre mi mes de vacío y reflexión. Vacío, porque de repente se van nuestros alumnos; y reflexión, porque es el mes que uso para revisar lo que he hecho durante el curso, dónde han estado mis aciertos y dónde mis errores. A decir verdad, el vacío es casi físico, o mental, porque de repente se empiezan a borrar nombres de estudiantes de mi cabeza para hacer un hueco a los nuevos estudiantes. Tengo muy mala memoria, qué le voy a hacer, y necesito liberar espacio en el disco duro.
Mi reflexión esta vez se focaliza en los cuatro cursos que he llevado durante este semestre: dos de teatro, uno de español A1 y otro de español A2. Y este año mi reflexión está siendo particularmente crítica y ácida. Si soy sincero, tengo que decir que comencé el curso bajo de forma, como si las vacaciones de verano pasadas no me hubieran servido para coger fuerzas. Y esa baja intensidad del inicio la he ido arrastrando durante todo el curso. La he notado especialmente en que he sido incapaz de conectar con mis grupos. Hemos estado a gusto, pero no ha habido esa conexión que suele haber con otros grupos. Pero también he estado dándole muchas vueltas a cómo he usado Twitter en mi grupo de nivel A2. El experimento empezó relativamente bien, con una acogida templada por parte de los alumnos; tuvo un momento en que parecía que los alumnos se enganchaban a la dinámica propuesta y acabó marchitándose. De todas formas, aunque acabara aparcando las actividades con Twitter, no creo que haya sido ni mucho menos un fracaso. Como primera experiencia, ha sido positiva y, sobre todo, he aprendido mucho. Y es más, una de mis alumnas sigue enganchada a Twitter y me escribe de vez en cuando.
Pero lo importante de este mes consiste en que me planteo la pregunta estrella: ¿y el semestre que viene qué hago? De primeras, me atrae la idea de organizar mis cursos de español de la siguiente forma:
La idea es ayudar a generar un entorno de aprendizaje que trascienda el aula, aunque usemos también estas plataformas en la propia aula. En el centro de este entorno de aprendizaje estaría el blog de aula. Mi idea es usarlo como revista de clase en la que colgar nuestro trabajo dentro y fuera del aula. Como revista, tendrá sus secciones, que decidiremos entre todos, y sus responsables, los alumnos se organizarán en equipos para encargarse de cada sección. Además, mi idea es que no sea un blog de aula, sino un blog que sirva para todos mis cursos. Por lo tanto, las decisiones sobre la organización del mismo tendrán que tomarse interaulas.
Para esta comunicación necesitaremos una red social. Y ahí es donde tengo el gran dilema: ¿Twitter o Facebook? Para el objetivo que pretendo cubrir, le veo más ventajas a Facebook, pero me surgen dudas sobre cómo organizarlo. De primeras, lo más lógico me parece crear un grupo para todas las clases. Este grupo interclases tiene sus ventajas (un espacio único de discusión), pero también puede acarrear problemas (se juntarían diferentes grupos sin que tuvieran que tener el mismo nivel de dominio de la lengua). En cualquier caso, parece la mejor solución.
Por último, el entorno de aprendizaje se completaría con Google Drive (el antiguo Google Docs). Esta plataforma nos serviría como espacio intermedio para la generación colaborativa de contenidos y, al mismo tiempo, para que yo pueda poner a su disposición recursos para el aprendizaje (una especie de repositorio de contenidos o biblioteca del curso).