Llevaba demasiado tiempo rumiando una entrada sobre este tema. Pero necesitaba dejarla madurar y, sobre todo, no escribirla en caliente, sino semanas o incluso meses después de que se me hincharan las narices y se me cayera la cara de vergüenza. Casi un mes después de la convocatoria del DELE A2 de febrero y varios después de la de noviembre, llegó el momento.
Antecedentes: El pasado octubre entraron en vigor leyes nuevas que modificaban las condiciones para obtener la nacionalidad española. Uno de los cambios más sustanciales y polémicos —aunque he echado en falta la existencia de un mínimo debate público sobre el tema— ha sido la introducción de dos requisitos. El primero, para todos los solicitantes: superar una prueba de Conocimientos constitucionales y socioculturales de España (CCSE). El segundo, exclusivamente para los solicitantes procedentes de países no hispanohablantes: acreditar un nivel A2 de dominio del español.
La primera prueba (CCSE) se expone a la crítica fácil: ya me gustaría a mí que este mismo examen tuvieran que pasarlo todos los ciudadanos de este país. Los resultados transitarían entre lo deprimente y lo hilarante. Para quien no haya tenido la curiosidad de completar alguno de los modelos de examen que se han publicado en la prensa —más como temática folklórica que como análisis crítico del asunto—, el examen consiste en una serie de preguntas tipo test sobre el funcionamiento de nuestro sistema político, nuestras estructuras de estado, nuestra división territorial y algunos temas sobre lo que se suele denominar culturilla general.
La segunda prueba (DELE A2) es el mismo examen que existía hasta la fecha. Y creo que ese es el único acierto del asunto: no haber caído en la tendencia de crear un examen “para inmigrantes”. Suficiente daño ha hecho ya en la didáctica la etiqueta “para inmigrantes”. Pero a partir de aquí todo el resto es una sucesión de desfachateces e improvisaciones que sonrojan y cabrean y que, sorprendentemente, no han saltado a la prensa, demasiado ocupada en los dimes y diretes del Congreso, en proteger a partidos afines y calumniar a los contrarios.
¿Cuál es el objetivo de estas pruebas? Obviamente poner trabas a los solicitantes de la nacionalidad. Ciudadanos que trabajan y cotizan en este país y que llevan viviendo en él, en muchos casos, más de diez años. Y hasta lo puedo entender. No vivo en los mundos de Yupi y sé, por experiencia propia, que cualquier asunto relacionado con los permisos de residencia, de trabajo, con visados o con la nacionalidad consiste en una carrera de obstáculos en la que no siempre es fácil vislumbrar la meta. Lo peor es que hay que aguantar opiniones y argumentos que tratan de maquillarlo y hablan de integración y de los efectos beneficiosos que requisitos como estos exámenes pueden tener en sectores de la población inmigrante. Por ejemplo, mujeres que ejercen de amas de casa y que, ante la obligatoriedad de la prueba de lengua, necesitan acudir a cursos para prepararse. Así salen de casa y aprenden la lengua…
¡Seré corto de vista! ¿Cómo no lo había pensado? Y yo que andaba pensando mal de los ministerios de Justicia e Interior…
No dudo que la obligatoriedad de aprobar un examen pueda llegar a tener sus efectos positivos. Pero, vamos, que si los pongo en una balanza, visto lo que me dice la experiencia de las últimas convocatorias del DELE A2, lo que me entran son más bien arcadas, no ganas de cantar las loas de estos nuevos requisitos. ¿Y si en realidad hay un ligero —aunque sea ligerísimo— ánimo humanitario tras la norma, a qué viene el precio del examen? ¿Y la improvisación en la organización? ¿Y la falta de asesoramiento a los candidatos? ¿Y la ausencia de crítica al propio requisito del examen? ¿Y el escaso número de centros examinadores existentes frente a la altísima demanda? ¿Y, y, y…?
Porque lo peor de todo no es que el CCSE y el DELE A2 sean una nueva traba para un solicitante de la nacionalidad, sino que son un auténtico negocio que se sustenta y aprovecha, precisamente, de los más débiles.
He aquí los datos: el DELE A2 tiene un precio que ronda los 120€. Ese precio incluye la posibilidad de presentarse solo a una convocatoria. El CCSE, por su parte, supera los 80€. En este caso, al menos, da derecho a dos convocatorias. Es decir, que teniendo un poco de suerte, el presupuesto rondaría los 200 € para un extranjero no proveniente de un país hispanohablante. Pero aquí no acaban los gastos, porque hay que incluir el transporte. ¿El metro? ¿El autobús urbano? No… No sé qué estará ocurriendo en otros centros. En el mío la situación es la siguiente: la inmensa mayoría de candidatos no viven en Bilbao. Los más cercanos vienen de Vitoria. Los más lejanos de Barcelona, Tarragona, Almería, etc. Es decir, échale otros 60 eurillos, tirando a la baja probablemente. En algunos casos, añádele la estancia en la ciudad (el hotel, hostal, pensión o lo que se tercie). Esta siempre se puede descontar quedándose en la casa de un amigo, una novia o pasando la noche al raso. Sí, en la calle, y no me lo invento. Y, para terminar, ponle velitas al santo para que tu jefe sea comprensivo y no te descuente el día de trabajo y no se cabree contigo. ¿A cuántos euros asciende el presupuesto? No sé, he perdido la cuenta.
Y, por supuesto, después del viaje y después del gasto, para rematar la faena, un porcentaje muy alto se irán de vacío. Suspenderán. No la prueba de expresión e interacción oral. Esa la aprueban prácticamente todos. Llevan muchos años en España y superar el oral de un A2 no es difícil. Es más, muchos hablan como tú y como yo. Pero un tema bien distinto son las pruebas de comprensión y expresión lectora y la comprensión auditiva. Nosotros simplemente las gestionamos, no las corregimos, pero no hay que ser muy avispado para concluir que un porcentaje muy alto las suspenderá. ¿Porque no tienen el nivel? En muchos casos, no lo tienen, al menos en las destrezas escritas. En algunos, las destrezas escritas apenas las tienen desarrolladas en su lengua materna. Pero en otros el problema radica en que nunca se han enfrentado a un examen como este, nunca han visto un modelo de examen, no comprenden la estructura, el funcionamiento de las preguntas y respuestas, los diferentes formatos de los ítems…
Alguno me dirá: ¿no hay una cierta dejadez por su parte cuando los modelos de examen están colgados en internet? Sin duda. Sin embargo, ante todo, están mal asesorados y mal acompañados. Lo que interesa es que no aprueben. Es preferible ponerles trabas —una más— en el proceso de obtención de la nacionalidad. Da igual que lleven aquí 12 o 15 años, que paguen sus impuestos, que coticen a la Seguridad Social. Cuanto más difícil lo tengan, mejor. Y si, mientras tanto, esas trabas se transforman en euros, negocio redondo.
A eso se reducen los nuevos requisitos, el DELE A2 y el CCSE, a un negocio puro, duro y asqueroso. Nunca me ha maravillado ser examinador. Soy rata de aula. Sin embargo, ahora, no solo no me gusta, sino que lo detesto.

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